Nunca he sido de las personas que son capaces de entablar una conversación con cualquier desconocido, y estoy segura de que nunca lo seré. Tampoco he sido de las personas que demuestran sus sentimientos a las personas que aprecia, algo de lo que también estoy segura que nunca seré. A decir verdad, con el paso del tiempo me veo igual que como soy ahora. Quizás con más enseñanzas a la espalda, con más tropiezos en las rodillas, con más cicatrices en las manos, y con más historias en el alma. Pero seguiré siendo la misma, refiriéndome a las inseguridades, a los miedos, a los complejos, a los problemas... Básicamente a todo. Porque no siempre crecer significa cambiar, a veces significa adquirir nuevos conocimientos. A veces significa avanzar, seguir hacia adelante; aprender. Siempre hay cambios, pero también hay que ser consciente de que los cambios pueden ser de distintas formas. Físicamente todos cambiamos a lo largo de la vida, mentalmente también lo hacemos, pero no siempre los cambios son radicales. Muchas veces son pequeños. El tiempo quizás ayuda a disminuirlos, o en la mayoría de las veces, te enseña a vivir con ellos.